3 de septiembre de 2025
El Gobierno cruza límites sensibles con un único objetivo: correr el foco del caso Spagnuolo y achicar su impacto

Motoriza acciones judiciales cuestionadas porque van a contramano de la Constitución. Y lo hace como última reacción ante los efectos de las grabaciones sobre corrupción en el área de discapacidad. Expone inquietud en tono de campaña y registro frente a los mercados
La otra presentación impulsada por Olivos cayó en el juzgado federal a cargo de Julián Ercolini. El fiscal Carlos Stornelli dio el primer paso en la causa, para pedir medidas de prueba. Aclaró que la investigación no podrá avanzar sobre las fuentes periodísticas, ni impulsar allanamientos contra periodistas. Eso fue, precisamente, lo que solicitó formalmente el texto motorizado por el ministerio de Seguridad. Patricia Bullrich fue una de las voces del oficialismo, que unificó más o menos su discurso para denunciar una actividad de espionaje ilegal, con ramificación mediática y objetivo de desestabilización.
Fuentes del oficialismo venían difundiendo que podría ser abierta una puerta para ir contra el caso Spagnuolo, en base a cuestionamientos sobre el origen del escándalo, es decir, las ruidosas grabaciones. Después, en realidad, ese camino fue iniciado por los dueños de la referida droguería. Solicitaron la “nulidad” de la causa a cargo del juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi.
La combinación de tales factores y la evaluación sobre posibles costos en su propio público -no sólo en la perspectiva de la elección que viene-, sumado al efecto de especulaciones sobre batallas intestinas que circulan en los mercados terminaron precipitando la definición del plan político/judicial. Hubo reuniones que incluyeron al círculo más estrecho de Olivos y otros funcionarios. Karina Milei, Santiago Caputo, Guillermo Francos y, a veces, Bullrich.
Las dos movidas en el paño judicial provocaron reacciones rápidas y no únicamente políticas. Reconocidos juristas apuntaron contra la censura previa, que va a contramano de la Constitución Nacional y de pactos internacionales firmados por la Argentina. Los cuestionamientos más afirmados destacaron, además, el doble efecto negativo sobre la libertad de expresión y el derecho a la información. No se trata de una cuestión de privacidad, sino de audios que en el caso del área de discapacidad apuntan a sistemas de corrupción.El Gobierno viene acumulando pésimos resultados en el Congreso y cosecha malestar en el conjunto más que variado de los gobernadores. Lo que ocurre en esos dos planos, conectados, es atribuido en buena medida al modo de hacer política que domina al oficialismo, sobre todo luego del logro en la elección porteño, el único claro en la sucesión de diez elecciones locales que comenzó en abril.
Muchos de esos costos son autogenerados. La semana comenzó con el muy mal resultado de la elección correntina para el oficialismo nacional: cuarto lugar para LLA, después de que los operadores violetas dinamitaran la posibilidad de un entendimiento con el gobernador Gustavo Valdés, ganador de esa competencia y asociado a la movida de otros cinco jefes provinciales.La necesidad de intentar un freno a la circulación de grabaciones por su repercusión -al punto de pretender forzar límites constitucionales- expone la magnitud del problema político. Y amplifica el sonido de los audios.
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