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23 de febrero de 2023

Cuál es la postura argentina en el conflicto en Ucrania

Desde el comienzo de la guerra que enfrenta a ambos países el país mantuvo en todos los foros internacionales su condena del conflicto bélico y el llamado a la paz. 

Por Juan Martín Porto 23-02-2023 | 16:06


Una firme condena al conflicto bélico y un constante llamado a la paz, fue la sostenida posición de la Argentina ante la guerra que enfrenta a Rusia con Ucrania y sus aliados de la OTAN, una postura que mantuvo en todos los foros internacionales, mientras en articulación con Francia y otras naciones busca fijar mecanismos diplomáticos alternativos para lograr una salida pacífica, que evite una escalada con futuro incierto, y sacar al mundo de la crisis energética y de alimentos en la que quedó sumido desde el inicio de la invasión rusa, el 24 de febrero del 2022.

Desde que las tropas rusas comenzaron el operativo militar en Ucrania, la postura argentina fue clara: expresó su "más firme rechazo al uso de la fuerza armada", e instó al Kremlin a "cesar las acciones militares en Ucrania" y "desescalar" de inmediato el conflicto "en todas sus aristas".

La primera comunicación

En un comunicado emitido ese 24 de febrero, la Cancillería argentina llamó a superar la crisis a partir del "pleno apego a todos los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas (ONU), sin ambigüedades ni dando preeminencia a unos sobre otros, con pleno respeto del derecho internacional, a la soberanía de los estados y su integridad territorial, la solución pacífica de las controversias y el pleno y profundo respeto por los derechos humanos".

Esa fue la base del posicionamiento del Gobierno de Alberto Fernández, tras la decisión del Kremlin de avanzar sobre territorio ucraniano, postura que fue replicada luego por el Jefe de Estado argentino y su canciller Santiago Cafiero en todos los foros internacionales en los que intervinieron.

El volumen global del conflicto obligó a todos los Estados del mundo a posicionarse, una definición que supone riesgos, debates internos, restricciones externas e intereses permanentes, y que en el caso argentino tuvo riesgos coyunturales y de carácter geopolítico.

Por un lado, el contexto de la guerra, encontró a la Argentina en plena renegociación del millonario préstamo heredado del Gobierno de Cambiemos con el FMI (donde Estados Unidos tiene un peso decisivo).

Por otro lado, la invasión decidida por Vladimir Putin volvía un tanto incómoda la estratégica relación bilateral entre Buenos Aires y Moscú forjada desde los gobiernos kirchneristas, y sostenida por el actual Gobierno.

De hecho, poco antes del inicio del conflicto armado, Fernández realizó una visita de Estado a Rusia -una potencia que, como China, limita el poder estadounidense y es puerta de entrada de la Argentina a los Brics-, un gesto que tuvo razones geopolíticas, pero también de agradecimiento por ser aquel país, el primero en proveer a los argentinos la vacuna la Sputnik en los primeros tiempos de la pandemia de la Covid-19.

Con todo, a lo largo del conflicto bélico el Gobierno de Fernández buscó mantenerse fiel a la línea trazada para su política exterior: confirmó su postura a favor de un orden multipolar y del ejercicio autónomo en sus vínculos con el mundo.

Prueba de ello, fue, por ejemplo, el rechazo argentino a la decisión de las potencias de occidente de imponerle a Rusia sanciones económicas.

En la primera sesión de Naciones Unidas el día previo a la invasión rusa para abordar el conflicto armado, la Argentina expresó su "preocupación y alarma" por la situación en Ucrania y exhortó a "entablar un diálogo constructivo y de buena fe a fin de encontrar una salida pacífica y concertada", reiterando, en lo sustantivo, la posición que había expresado dos días antes del inicio de las hostilidades.


"El mundo no soporta más sufrimiento ni debe tolerar más muertos. La paz es urgente", enfatizó Cafiero en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, Suiza, el 28 de febrero.

Paralelamente, por esos días, la Cancillería argentina desplegaba un operativo de asistencia a los compatriotas que se encontraban en Ucrania al momento de iniciarse la guerra, como así también el envío de ayuda humanitaria a la zona afectada.

En sintonía con la postura nacional, el canciller argentino condenó la guerra y pidió recuperar la paz en cada participación que realizó en la ONU y en su Consejo de Derechos Humanos, al igual que cuando intervino en la 66° Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

El 1 de marzo, al inaugurar las sesiones legislativas, Alberto Fernández se refirió a la operación militar rusa como "invasión" y ese mismo día, la Argentina acompañó una condena a la invasión en la Asamblea General de la ONU.

El 4 de marzo, en el Consejo de Derechos Humanos, bajo presidencia argentina, el gobierno nacional respaldó una resolución sobre "la situación de los derechos humanos en Ucrania a partir de la agresión rusa".

En esa ocasión, la representante argentina Cecilia Meirovich, directora de Derechos Humanos de la Cancillería, instó a Rusia a cesar el uso de la fuerza y reafirmó el compromiso de la Argentina con los principios de soberanía e integridad territorial de los Estados y los derechos humanos.

Integridad territorial y derechos humanos, son dos ejes claros de la política exterior argentina: el primero vinculado al inclaudicable reclamo en la causa Malvinas; y el segundo íntimamente ligado al ejemplo que el país dio al mundo en el castigo a las violaciones de los derechos humanos cometidos durante la última dictadura cívico-militar.

El 12 de mayo, la Argentina votó a favor una nueva resolución del Consejo de Derechos Humanos que expresó "profunda preocupación por las víctimas civiles del conflicto" y condenó las "violaciones y abusos a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario", a raíz de la agresión rusa, al tiempo que exhortó al Kremlin a cesar las hostilidades contra Ucrania.

En octubre, la Argentina votó a favor de una Resolución de la Asamblea General que condenó el intento de Rusia de anexar territ
orios ucranianos, y rechazó los pretendidos referéndums en las regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporiyia.

Un frente común con Francia

Desde la presidencia pro témpore (PPT) de la Celac, mecanismo que presidió durante el 2022, Alberto Fernández aprovechó cada una de sus intervenciones en foros multilaterales (Asamblea General, el G7, G20, Cumbre de las Américas y Foro de París por la Paz, entre otros) para reclamar la paz y denunciar que el hemisferio sur sufre con el hambre y la miseria las consecuencias de una guerra decida en el norte, al tiempo que buscó insertar a la región en cadenas de seguras de suministro pero desde la aplicación de valor agregado: en los hechos, que América Latina y el Caribe hagan de este contexto mundial una "oportunidad" para su desarrollo.

"Tengo la tranquilidad de haberle dicho al Norte que mientras vuelan misiles, en el hemisferio sur se profundiza el hambre", dijo el jefe de Estado, durante la última cumbre de la Celac, celebrada, en enero, en Buenos Aires.

Antes, en su última intervención ante la Asamblea General, el Presidente argentino volvió a exhortar a una "solución pacífica", al conflicto en Ucrania, juzgó "imperioso que cesen todas las hostilidades desatadas", al tiempo que propuso "trabajar unidos para imponer el diálogo y recuperar la paz en la disputa iniciada con el avance militar de la Federación Rusa sobre el territorio de Ucrania".

Fernández junto a su par francés, Emmanuel Macron, buscó conformar un eje diplomático, con el impulso de ámbitos de negociación multilaterales alternativos que permitan una salida concertada al conflicto bélico, evitar así una escalada con futuro incierto, que hasta podría incluir el uso de armas nucleares, y sacar al mundo de la crisis energética y de alimentos en la que quedó sumido desde el inicio de los enfrentamientos en Europa del Este.

Con discreción y cautela, la Argentina intervino en la búsqueda de esos mecanismos: En diferentes reuniones bilaterales y cumbres internacionales Fernández propuso a los líderes europeos más importantes sumar nuevos actores a la mesa de discusión sobre qué hacer para poner fin a la guerra, ante el evidente fracaso que en se sentido demostraron distintos ámbitos multilaterales en los que solo estaban sentados los países poderosos de occidente contra Rusia.

El tema formó parte de los diálogos que en los últimos meses Fernández mantuvo con Macron, con el canciller alemán, Olaf Scholz, y hasta con el propio Putin, con quien conversó al menos dos veces desde que comenzó la guerra.

En enero pasado, Fernández también volvió intercambiar visiones sobre la guerra con el canciller Scholz, de visita oficial en Buenos Aires, con quien coincidió en el repudio a la invasión rusa en Ucrania y en alertar sus consecuencias negativas para el mundo.

En esa oportunidad, en una rueda de prensa conjunta con Scholz, Fernández aseguró que la Argentina "no tiene pensado enviar armas" a la zona de conflicto, y añadió que "Rusia debe comprender el daño que está causando en el hemisferio sur", en referencia a las repercusiones de la guerra en "los precios de los alimentos y el hambre".

Unos días antes, sus pares de Colombia, México y Brasil habían expresado la misma negativa a proveer armamento a Kiev.

Los dichos de los mandatarios latinoamericanos fueron en respuesta a la jefa del Comando Sur del Ejército de EEUU, la general Laura Richardson, quien unos días antes había revelado que Washington les pidió a seis países de América Latina que donen a Ucrania su equipamiento militar comprado a Rusia.
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