3 de septiembre de 2025
Uno de los icebergs más grandes del mundo se desintegra tras décadas a la deriva desde la Antártida
Esta enorme masa de hielo que llegó a superar el tamaño de grandes ciudades enfrenta su fase final de fragmentación en aguas cálidas del Atlántico Sur
La historia del gran iceberg comenzó en 1986, cuando se desprendió de la plataforma de hielo Filchner, en la Antártida. Poco después, encalló en el mar de Weddell, donde permaneció inmóvil durante más de 30 años. En 2020, logró liberarse y fue arrastrado por la llamada “callejón de los icebergs”, una ruta oceánica impulsada por la poderosa Corriente Circumpolar Antártica que transporta estos gigantes hacia el Atlántico Sur.
El proceso de fragmentación responde a una combinación de factores físicos. El BAS detalla que la exposición a aguas más cálidas, junto con la acción de olas y mareas, acelera la ruptura del hielo en bloques cada vez menores, que finalmente se funden. Meijers subraya que, aunque la mayoría de los icebergs no sobrevive tanto tiempo ni recorre distancias tan largas, el tamaño excepcional de A23a le permitió resistir durante décadas. Sin embargo, una vez fuera de la protección de las aguas gélidas antárticas, la desintegración resulta inevitable.
El paso por las proximidades de Georgia del Sur dio lugar a interrogantes sobre su efecto en la fauna local. De acuerdo con el oceanógrafo, si el iceberg permanecía encallado, no se esperaba un impacto significativo en las poblaciones de pingüinos y focas. No obstante, la presencia de un obstáculo de tal magnitud podría obligar a los animales adultos a modificar sus rutas hacia las zonas de alimentación, lo que implicaría un mayor gasto energético y, potencialmente, una reducción en la cantidad de alimento disponible para crías y cachorros.Por otro lado, el BAS señala que la desintegración del iceberg podría tener un efecto positivo al liberar nutrientes en el océano, lo que favorecería la productividad biológica y, en consecuencia, a los depredadores locales.Desde una perspectiva científica, los “megabergs” como A23a desempeñan un papel relevante en el ecosistema marino. El BAS realizó estudios y muestreos alrededor del iceberg para analizar cómo su deshielo y el movimiento de aguas profundas enriquecen la superficie oceánica con nutrientes y micronutrientes, como el hierro.
El fenómeno de desprendimiento de grandes icebergs es parte del ciclo natural de las plataformas de hielo antárticas y de Groenlandia. No obstante, científicos del BAS advierten que la frecuencia de estos eventos aumentó en las últimas décadas, en paralelo con la pérdida de masa de las plataformas de hielo, un proceso que atribuyen al cambio climático de origen humano.
Desde el año 2000, las plataformas antárticas perdieron aproximadamente 6.000 gigatoneladas de hielo, lo que contribuyó al aumento del nivel del mar y podría desencadenar cambios irreversibles en la circulación oceánica, especialmente en la Antártida occidental.A pesar de la resistencia que mostró A23a, los expertos coinciden en que, una vez que un iceberg abandona las aguas heladas de la Antártida, su destino está sellado: la fragmentación y el deshielo son solo cuestión de tiempo.
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